martes, 21 de septiembre de 2010

Rol&Comics Elche



Hace mucho mucho tiempo...

Hay lugares de tu infancia que recuerdas con especial cariño. El otro día, rebuscando entre las revistas que aún conservo de otros tiempos, encontré una donde aparecía una propaganda de un sitio que solía frecuentar.

Mucha gente de Elche y Alicante lo recordará seguro. Junto con otra tienda, Aquelarre, era de las primeras de la ciudad (incluso de la provincia) donde se dedicaban de forma especializada a la venta de comics, anime, Rol, cartas de Magic y cosas así.

Recuerdo el local, en la calle Doctor Caro. No era demasiado grande pero era largo y bien iluminado y al final una cantidad ingente de niños (y no tan niños) nos amontonábamos cambiando cartas y discutiendo los temas que entonces nos interesaban (videoconsolas, dragon ball, etc. ^_^) , siempre bajo la atenta mirada de nuestra querida Mar, la dueña y dependienta del establecimiento.

No recuerdo el año en el que abrió, sobre 1992 o así. No obstante hace ya unos años que la tienda cerró y aunque aquellos niños ya han crecido desde entonces, seguro que en ocasiones lo recordarán cariñosamente como un lugar donde pasaron parte de aquellos felices años. Como hago yo ahora.

Un saludo.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Paseando por Marrakech



50º centígrados.

Esa era la temperatura que me encontré el día que llegué este agosto. Podía haberme ido a otro lugar más fresquito. Sí, tal vez, pero cada viaje es una aventura sea cuando sea. Con el clima que haya en ese momento.

Calor y ramadán. Sólo había que ver a la mayoría de gente a la sombra casi sin moverse. Marrakech es una ciudad de contrastes. Inactividad de día, fiesta y jolgorio de noche. Desierto seco y cascadas de montaña en el Atlas. Tiendas de lujo con zocos viejos y polvorientos. Es una ciudad distinta y misteriosa.

Y el su corazón, como centro neurálgico estaba la plaza Jmaa L´Fna, con su devenir de gente, motos, amaestradores de monos, encantadores de serpientes, cuentacuentos, tatuadoras de hena, vendedores ambulantes, puestos de zumos y comidas, olor a incienso... Todas las noches te atraía misteriosamente y finalmente terminabas en ella, paseándote, deleitándose con sus aromas árabes, gastando el dinero en algún antiguo artilugio o simplemente chupandote los dedos de los restos dejados por unos pastelitos de miel.